En este blog intentamos establecer una conexión entre los conceptos: educación, ciencia, ciudadanía, desarrollo comunitario, enriquecimiento cultural, crecimiento personal y cambio social

domingo, 7 de noviembre de 2021

Algunas anécdotas para comentar


No necesito enciclopedia, mi abuelo vive con nosotros



En mi cas se come a la una




Currito tiene que aprender un oficio. Que se lo enseñen en la calle


En uno de los primeros cursos de implantación de tercero de la ESO en el Instituto hubo un alumno muy peculiar: El currito. Era un chaval menudillo, simpático y muy popular entre sus compañeros. Uno de esos chicos que se hace querer en el patio y que es la salsa de todas las travesuras. Para los profesores, sin embargo, era un alumno molesto y conflictivo: indisciplinado, respondón, absentista e mal estudiante. De esos alumnos que justifican el sueldo de maestro. El pasillo era su hábitat natural. 


La situación familiar de este chico era difícil. Su padre era aficionado a la bebida, fumaba porros y trabajaba esporádicamente entre subsidio y subsidio. Su madre, una mujer joven, sufría las consecuencias: limpiaba aquí y allá y de vez en cuando se llevaba una bofetada. En estas circunstancias "El currito" pasaba la mayor parte del día en la calle. 


En más de una ocasión hablé con su padre. Culpaba a la escuela de no controlar a su hijo y exigía a los profesores responsabilidades por sus malos resultados académicos. La cosa siguió así, de mal en peor. Ya al final de curso tuve una conversación franca y cordial con su madre. Ella me dijo:


—Currito ya es mayor y el año que viene no volverá al Instituto —expuso con firmeza.


Ante esta esta exposición tan drástica, respondí:


—La educación ahora es obligatoria hasta los dieciséis años. Currito puede repetir. Los chicos maduran... la situación puede cambiar, …


—Mire usted, —me interrumpió la madre de Currito— no se moleste. Yo lo que quiero es que mi hijo se gane la vida cuanto antes y no dependa de nosotros. Por las mañanas lo levanto temprano y le llevo a una obra, lo siento y le digo: "Hijo, fíjate muy bien cómo lo hacen los albañiles. Pon mucha atención y aprende un oficio". Si aquí, en el Instituto, no le enseñan un oficio tendrá que aprenderlo en la calle.



La letra con sangre entra


El primer año que llegué a Orcasitas, recién aprobada la oposición, fui tutor de un primero de Polivalente Un curso experimental, al acabar la EGB, que rompía la dicotimía FP/BUP. 


En una ocasión cité a los padres de un muchacho. Acudió la madre. Yo le contaba  a su madre que el chico era muy inquieto, que ni estudiaba ni dejaba estudiar y que por eso sacaba muy malas notas y tenía problemas con los profesores. 


La madre me explicó el motivo de la situación.

— No me extraña lo que usted me dice. El problema es que mi marido lleva seis meses trabajando en una obra en Argelia, y yo al chico le pego poco. De esas cosas se encargaba mi marido y, aunque me ayuda mi hijo el mayor, no es lo mismo. Péguele usted señor maestro. Esa es la solución.



No hay libros de Geometría


Cuando empecé a trabajar en el "Ciudad de Jaén" estaba experimentándose la Reforma de las Enseñanzas Medias. Asistí con mucha ilusión a unas jornadas de formación en el ICE de Alcalá de Henares. Una de las actividades consistía en formar grupos de trabajo y diseñar una unidad didáctica. Uno de los grupos tenía que hacerla sobre Geometría. Alguien se levantó y le pidió a la ponente —una de las responsables de la Reforma en el área de Matemáticas— que les diese algún libro de referencia. Ante mi estupor contestó: "Eso es imposible. No hay libros de Geometría. Precisamente esta es una de las razones por las que se hace la Reforma".

¡Pobre Euclides!



Tome, para un café


Como el edificio del I.F.P. "Pradolongo" estaba sin acabar, matriculábamos en la Junta Municipal de Villaverde. Llegó una mujer de unos cuarenta años (yo entonces era bastante más joven que ella) y me pidió que le rellenase el impreso de matrícula.

—No sé leer y mi hijo, el que viene para estudiar, está en el pueblo.

Sonreí feliz. No cabe duda que en una generación hemos mejorado, pensé.

Al acabar los trámites la mujer sacó una moneda de cien pesetas del bolsillo y me dijo:

—Tome, para un café.



En "Maquillaje" no hay exámenes


En la ESO el Instituto ofertaba varias optativas de iniciación profesional. Una de ellas era "Maquillaje". Normalmente la elegían las chicas que luego deseaban seguir estudiando formación profesional. Al revisar las matrículas nos reímos mucho cuando comprobamos que esa optativa la habían elegido los muchachos más duros y varoniles de todo el curso. Dos hermanos gemelos, del equipo de fútbol,  que en sus ratos libres ayudaban a su padre a repartir el butano.

—¿Cómo es que habéis elegido esta optativa? ¿Estáis seguros?

—Sí profe, es que en "maquillaje" no hay exámenes.

Así pues, el curso siguiente pudimos ver como los dos gemelos, rudos como vaqueros del oeste, llevaban como material escolar un estuche con rimmel y maquillaje.



¿Madridista?


Me gusta charlar con los alumnos en el patio de recreos o en la calle. El fútbol es siempre un buen pretexto para iniciar una conversación. Un día estaba comentando la marcha de la liga con un chaval.

—Es usted madridista, ¿verdad?

—Sí. Yo simpatizo con el Real Madrid, pero no soy tan forofo como Mengano que viene todos los días a clase con el equipamiento del Madrid.

—Profe no sea usted ingenuo; Mengano no es que sea madridista es que le han regalado el chandal y no tiene otra cosa que ponerse.



No sabe que edad tiene


En el Instituto tuvimos un alumno guineano que llegó hasta aquí después de una curiosa peripecia como refugiado en distintos países de África y Europa. En los impresos de matrícula el declaró tener diecinueve años. Más adelante cuando estudiábamos su documentación para resolver las convalidaciones descubrimos que en realidad tenía veinticinco años.

—¿Cómo es que no sabes tu edad?

—En mi pueblo (en el interior del continente, en la frontera con Gabón) no se cuentan los años como aquí. A mi eso se me hace un lío.

Después de esta conversación me empecé a explicar porqué las personas que se han educado sin relojes y sin calendarios tiene tantos problemas para comprender nuestra obsesión por los plazos y dan una falsa sensación de irresponsabilidad.



Bien es lo mejor


En Aranda tuve un alumno muy amable. Su padre  tenía un bar al pie de la carretera, cerca de la casa donde vivíamos. Antes de la evaluación le comentaba las notas.

—Esta evaluación no sé si ponerte un "Bien" o un "Notable". Si me haces una tarea extr⁸ te pongo en Notable.

—Yo le hago la tarea pero, por favor,  póngame usted un "Bien". Mi padre piensa que "Bien" es la mejor de todas las notas.



La regla del CACAO


Coincidí en un tribunal con un profesor de Filosofía. Yo le comentaba, comparando con las Matemáticas, lo difícil que era corregir un comentario de texto filosófico. El me contestó: "No te creas, yo aplico la regla CACAO: Calidad, cantidad, originalidad"



Mujer precavida vale por dos


En el recién creado IFP "Pradolongo" la directora era una mujer estupenda y llena de inteligencia práctica. El poner en funcionamiento un Instituto de nueva creación requiere muchas gestiones en todo tipo de organismos: La compañía de la luz, el Canal, el Ayuntamiento, los bancos, y multitud de registros variados. Cuando íbamos a hacer gestiones siempre se llevaba en el bolso papel con membrete y el sello oficial y un tampón. Así cuando la decían que había que hacer una solicitud por escrito abría su bolso y en cualquier sitio montaba un despacho.



La partida, lo más importante


En la clase de Educación Física una chica se lesionó. Como no podía andar la sugerimos que llamase a su familia para que ésta la llevase al médico. Nos dijo que era de todo punto imposible. El caso es que la llevé a las Urgencias del hospital. Allí la diagnosticaron un esguince de tobillo, la bendaron y la dieron un informe para el ambulatorio, una radiografía, una receta de analgésicos y antiinflamatorios y la recomendación de que guardara reposo durante unos días sin apoyar el pie en suelo. La chica vivía en Villaverde y era tarde así que la llevé en mi coche hasta su casa. Yo tenía interés en hablar con su familia y explicarle nuestra actuación y transmitirle las recomendaciones que había hecho el médico, pero la chica se resistía.

—Déjeme aquí y ya voy andando.

—No te preocupes yo te ayudo a subir a casa.

—No es necesario me voy a quedar en este bar que está mi padre.

—Estupendo, así le saludo y le doy el informe.

Me acerqué al buen señor. Pensé que se asustaría al ver que venía su hija tarde  y cojeando. Me presente y me puse a darle explicaciones. Pero me interrumpió enseguida.

—Muy bien, la niña que se vaya a casa y a mi déjeme que estoy echando la partida.

Estupefecto me despedí de la chavala y me fuí a un bar a llamar a casa por teléfono y anunciar mi retraso. Mientras estaba allí vi pasar cojeando a la alumna. Salí a su encuentro.

—¿Qué pasa? Ya sabes que te han recomendado hacer reposo.

—Es que mi madre me ha mandado a hacer unos recados.



Venimos a merendar


Un año di clase a quinto de Peluquería (creo que era la última promoción que hubo en el Instituto antes de la LOGSE). Pasado el tiempo me encontré por la calle, a la puerta de casa, con una de mis antiguas alumnas. La indiqué donde vivía y nos despedimos. Para mi sorpresa, unos días más tarde sonó el telefonillo del portal.

—Venimos a merendar.

Era un grupo de compañeras de curso que se habían puesto de acuerdo en darme una sorpresa y pasar un rato con mi familia. ¡Qué bien nos lo pasamos!    



Haciendo de profesor


De vez en cuando me gusta que los alumnos asuman las responsabilidades del profesor. Algunas veces les dejo pasar lista y corregir exámenes, incluso algunas veces les propongo que den clase. Me sorprende que para muchos de ellos la actitud que asocian con la del profesor es ponerse a gritar y amenazar a sus accidentales alumnos. Deberíamos cuidar más los ejemplos que damos a los alumnos.



Ojalá se quemen todos


En el primer año que trabajé en Orcasitas, cerca del Instituto había un poblado de chabolas, que ya no existe, y que se conocía como el "Rancho del Cordobés". Hubo un incendio en el que murieron abrasados dos niños de corta edad que vivían en condiciones de gran miseria. Este hecho causó mucho impacto social y la televisión ofreció imágenes desgarradoras. Al comentar emocionado el suceso con mis alumnos me quedé estupefacto cuando me digeron: "Ojalá no se hubiesen quemado más".



Pena de muerte para el robo


Una vez estaba comentando con los alumnos la legitimidad o no de la pena de muerte. Para mi sorpresa casi todos eran partidarios de aplicar masivamente la pena capital, pero no para delitos como el terrorismo o el asesinato alevoso, sino como castigo ejemplar del robo.



Bicheo


En mis primeros años de trabajo como Jefe de Estudios de tanto regañar a un muchacho por hacer pintadas con las iniciales de su nombre, llegamos a cogernos un cariño mutuo. En aquella época, cada final de trimestre proyectábamos una película de super ocho en el salón de actos. En aquella época no había proyectores ni vídeos. Este chaval me ayudaba a poner las películas y luego juntos las llevábamos a devolver. Esta actividad me sirvió para conocer un poco de su vida. Vivía en Perales del río. Este pueblo es una curiosa colonia de casitas en medio de una apartada mancha boscosa que hay entre Madrid y Getafe al lado del polvorín de la Marañosa. Su vida estaba marcada por la desgracia, de pequeño había dejado tuerto a un hermano suyo al disparar a los pájaros con una escopeta de aire comprimido, su padre que era albañil había quedado inútil en un accidente laboral y su hermano mayor que era jugador del Getafe quedó tetrapléjico en un accidente de tráfico. Recuerdo haber asistido a un partido homenaje que le dieron en el campo de Las Margaritas. Pasados los años, un día vino a verme al Instituto.

—¿Qué haces?, ¿en qué trabajas?

—Trabajo en el «bicheo».

—Y eso, ¿qué es?

—En una planta de reciclaje te pones al pie de una cinta transportadora por donde va pasando la basura. Cada uno se encarga de coger un tipo de objetos: cristal, plástico, metal... y echarlos a un contenedor que tiene a su lado. 

—¿Estás contento?

—Sí, el trabajo, no está mal y a veces te encuentras en la basura cosas muy curiosas.

Estuvo un buen rato contándome anécdotas de cosas que aparecían en la basura. A mi se me ocurrían miles de historias para justificar la presencia de esos objetos. ¡Qué buena novela se podía escribir a partir del "bicheo"!



Gafe informático


En aquellos primeros momentos en los que los ordenadores para funcionar tenían primero que cargar el sistema operativo desde disquetes flexibled de 360K, empezamos a utilizar la informática para preparar las listas de las clases. La tarea era artesanal y requería muchos pasos, y lo más difícil era sobre todo ajustar el papel en la impresora. Pues bien, siempre que había que hacer alguna operación en la que interviniese un alumno de Laboratorio que se llamaba X se producía un fallo. Es un caso claro de gafe informático. Muchas catástrofes informáticas achacadas a virus misteriosos puede que tengan otra explicación.



Nosotros no tenemos coche


Estaba llamando por teléfono para recordar a algunos alumnos que tenían que matricularse en el nuevo curso.

— Le llamo del Instituto para recordarle que su hijo tiene que venir a hacer la matrícula.

— Lo siento, señor, nosotros no tenemos coche.



Vídeo de prevención antidroga


Los chicos del insti ganaron como premio un viaje por haber hecho un víadeo de prevención contra la droga. Durante el viaje los detuvieron por fumar porros


Devolver el sueldo




No sabe la edad que tiene