En este blog intentamos establecer una conexión entre los conceptos: educación, ciencia, ciudadanía, desarrollo comunitario, enriquecimiento cultural, crecimiento personal y cambio social

domingo, 28 de febrero de 2021

ORCASUR. La historia de una lucha


 En 1986 la Asociación de Vecinos de Orcasur publicó un folleto con la memoria de la lucha del barrio hasta la Remodelación.  A mí me regaló un ejemplar Inma, hace ya 20 años. Gracias Inma. Aquí lo comparta ahora con todos vosotros. 

Ponemos en tus manos este manojo de sueños y esperanzas, ya hechos algunos realidad.

En estas hojas encontrarás motivos para el recuerdo e ilusiones para el futuro.

Los logros han sido abundantes, pero recuerda que nada habría sido posible y no podremos conquistar el futuro sin la Unidad que nos ha dado todos estos frutos. 

Con todo cariño TU ASOCIACIÓN

 EN EL SIGUIENTE ENLACE TE PUEDES DESCARGAR EL DOCUMENTO EN PDF

https://drive.google.com/file/d/1osFvN-nTyfiIU6yHq59Z7YV3FeB3JRpA/view?usp=sharing

martes, 16 de febrero de 2021

El tiempo del caracol

 

Un precioso texto de Luis Ayma. Para leerlo estilo caracol.

 El Tiempo del Caracol

Julia tiene once años. El verano pasado estuvo en el pueblo con sus abuelos. A esa edad, el tiempo de verano es breve pero infinito en la memoria. Entre otras cosas, su abuelo le enseñó los rudimentos de la crianza de caracoles. Por afición, en su jubilación, se había construido una mini granja de caracoles que en edad laboral no quiso convertir en obligación. En su lugar se hizo librero y de tanto leer y tan poco vender, se le cerró un negocio que casi le rompe el corazón.
Para su granja, había estado documentándose toda la vida: Helix Aspersa, Helix Pomatia, mezcla de trigo y salvado, fuente de proteínas única, calcio, su asombrosa naturaleza hermafrodita y gran capacidad de reproducción… - En Francia son considerados un mangar exquisito; una de las clases más extensas de los moluscos, también denominados univalvos, constan de un área cefálica, un pie musculoso y concha ventral” –, desarrollaba el abuelo Paco en las sobremesas, cuando en Madrid los caracoles sólo se encontraban en un bar tabernario en los aledaños de El Rastro con el nombre de tan singular gasterópodo.  Después de todas aquellas disertaciones estivales con su nieta sobre el mundo caracol, le regaló uno de los pequeños contenedores que con tanto cuidado había diseñado para la perfecta crianza y confort de unos caracoles, cuyo destino consistía en engordar y reproducirse, ya que sin depredadores y la ya poca apetencia gastronómica del abuelo por ellos, vivían en una especie de Paraíso Caracol. En aquellos días previos a la vuelta, Julia recolectó más de una treintena entre las piedras de los muros   y los acomodó en su pequeño criadero. Ante la sorpresa de su padre, éste fue el primer bulto que introdujo en el coche, renunciando con ello a otros tesoros y juguetes que se quedaron en los rincones de la casa como centinelas mudos de su infancia.
Se acabó el verano. Ya no es tiempo de caracoles.
Cuando una niña de once años vuelve de vacaciones, todo se acelera, preparar el material escolar, las clases, las estrambóticas actividades extraescolares, sobre las que el abuelo pregunta, pero no entiende porque la calle era su única y diversa actividad extraescolar. Han pasado tres días de la vuelta y el verano en el pueblo ya es evanescente. El cuidado del caracol exige el tempo del caracol y los de Julia quedaron abandonados en un rincón del invierno de su terraza. Por fortuna para ellos, la malla del pequeño criadero tenía un pequeño agujero por el que consiguieron escapar. Su abuelo ya le advirtió: “Son tremendamente listos. Su sistema nervioso es aparentemente sencillo, pero de gran complejidad; cuando son larvas sufren el fenómeno de torsión, su masa visceral gira sobre el pie y la cabeza. Esto les hace excepcionalmente inteligentes”. De allí, se fueron al humus de las plantas al que siempre habían pertenecido.
Un virus ha cercado la humanidad. Repetimos la historia de nuestros antepasados neandertales; encerrados en la cueva para que el tigre dientes de sable no nos atrape.  De tanto esperar, se detuvo el tiempo, pintaron las paredes y nació el arte… -  Abuelo ¿Por qué pintaban los prehistóricos? – ¿Por qué va a ser?, porque se aburrían como monos. Bueno casi lo eran… Y Julia encuentra explicación.
Julia da vueltas por la terraza, mira las flores, parece aburrirse, coge pequeños trozos de madera, observa que todavía las golondrinas no han comenzado la reconstrucción laboriosa de sus nidos, con su hermano pinta en el suelo de la terraza formas extrañas, únicamente comprensibles por ellos; de nuevo piedra contra piedra. Es como si se les hubiese ampliado la mirada.
 Los caracoles han salido de su largo invierno y de nuevo avanzan dejando su rastro; Julia los sigue, se reencuentra con ellos, limpia su criadero, lo dispone todo para la recepción de los antiguos huéspedes y, poco a poco, va recuperando sus caracoles peregrinos.
- ¿Dónde han estado todos estos meses papá? ¿Son los mismos?
- Si, y alguno nuevo. Han estado esperando, los caracoles son expertos en esto, saben detener el tiempo, se meten en su concha y esperan; así lo han hecho contigo, así lo hace tu abuelo todos los inviernos. Todos te estaban esperando.  Su lentitud es su virtud. La gente dice que son muy lentos, pero te puedo asegurar que son capaces de recorrer grandes distancias.  El abuelo argumenta en la memoria de Julia - Ahora no lo entiendes, pero son como las personas, cuanto más lentos somos, más recorremos. En este tiempo que estamos hablando, uno se ha escapado de la jaula y mira hasta donde se ha ido; para ti sería una gran distancia, pero para nosotros ya no lo es.
Todos los días, Julia sube presurosa a la terraza para ponerlos al sol traicionero de abril. Observándoles, ha descubierto que cuando están al sol “se espaliban”, como ella dice. Ya no dice que tienen cuatro ojos, ahora habla de pedipalpos, boca de rádula raspante…  - Gastero es estómago, podo es pie… ¿No lo ves papá? Gastero – podo”.  Me muestra la concha con doctas explicaciones en las que argumenta que es necesario que sea tan dura para proteger sus órganos vitales.
-¿Sabes? Si se rompe la concha, les vuelve a nacer. El abuelo decía que por eso son como nosotros-. Son varios los mutilados que nutren su granja. Con ellos tiene especial cuidado.
Julia guarda todas las cáscaras de huevo para machacarlas y mezclarlas con maíz. Dice que es la comida preferida de los caracoles y que de esa cáscara ellos obtienen el calcio, fundamental para el crecimiento de su concha. – Papá me has mentido, me dijiste que cuando se retorcían estaban chingando. Es mentira, lo he mirado en Internet y dice que se están reproduciendo. Parece quedarse tranquila y no se lo desmiento.
Julia habita el tiempo de sus caracoles y sonríe al observar cómo se retuercen en su frenesí erótico lentamente hasta que se esconden en su caparazón y todo parece detenerse...

Luis Aymá González

sábado, 13 de febrero de 2021

Recordando a Fernando Ortiz



En esta entrada vamos a recordar un personaje muy importante y querido en Orcasur: FERNANDO ORTIZ 

Nuestro personaje tiene dedicada una de las calles principales del barrio. 


También lleva su nombre le local parroquial-club juvenil que está en la calle Campotejar y que se utiliza para proyectos de jóvenes. 


 

En Orcasur he conocido a personas extraordinarias, a las que quiero y admiro, y que me honran con su amistad. ¡Que suerte he tenido!

El año 70, a la parroquia Marianista, llegó a Orcasur un grupo de jóvenes para compartir su vida con los vecinos del barrio. Entre ellos, Luis María, Luis, Eduardo y Fernando. (¡Que personas más maravillosas!) 

Para presentaros quién era Fernando Ortiz (a quien no conocí) nada mejor que utilizar una biografía suya que me dio, hace ya 20 años, el padre Rafael. Este documento inapreciable lo he guardado como un tesoro. Ahora la rescato de mi carpeta de papeles para el recuerdo para compartirla en EDUCACIÓN EN ORCASUR.

El original de la biografía son un par de folios mecanografiados escritos en 1984.

Tras la remodelación del barrio, se le dedicó una calle a Fernando Ortiz.   

Después de la muerte de Fernando Ortiz, la familia hizo una importante donación para la construcción de la antigua Asociación de Vecinos.

Biografía Fernando Ortiz Diez deTortosa

Fernando nació en Madrid el 4 de julio de 1951, inscrito en el Registro Civil de Chamberí, en el Tomo 163 folio 7. Hijo de Fernando y Mª Soledad, tercero de una familia de cinco hijos: Ana, Gonzalo, Fernando, Cristina e Iñigo. El domicilio familiar está en la calle Jorge Juan 40. A los seis años asiste al colegio Nuestra Señora del Pilar en donde cursa Enseñanza Elemental, Bachillerato y Preuniversitario.

Ya en el colegio entra en contacto con el mundo de la educación al participar activamente en el Movimiento Scout. Sería difícil resumir esta etapa de su infancia, pero brevemente, podríamos decir que alcanza una notable preparación intelectual, viviendo la vida con ilusión y alegría. Tiene un profundo sentido religioso, es generoso y solidario y goza con el ambiente de compañerismo de las asociaciones juveniles, conservando grandes amigos de aquella época.

Al cumplir los dieciocho años entra en el Noviciado Marianista de la Parra, en Arenas de San Pedro. A los diecinueve vive en Madrid en la Comunidad Religiosa de Marianistas de Carabanchel, pasando luego a una pequeña Comunidad en la calle Rafaela Bonilla. Comienza la carrera de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid. Ya desde entonces entra en contacto con Orcasur, llevando un grupo Scout. Es nombrado Jefe Provincial de Rangers de Madrid del Movimiento Scout Católico. Se convierte en vecino de nuestro barrio y funda el Club de Jóvenes de Orcasur, siendo elemento fundamental de la Coordinadora de clubs de jóvenes de la Zona Sur.

En esta época, su compromiso cristiano le ha llevado a compartir plenamente y con todas sus consecuencias la vida de los más desheredados.

Primero como delegado estudiantil en la Facultad y luego como líder juvenil y promotor del Movimiento Vecinal de la zona , participa desde la base en la lucha por las libertades democráticas. 

Profesionalmente, trabaja como profesor de EGB en el colegio Nuestra Señora del Pilar, siendo considerado como un excelente profesional y profundamente querido por los chavales. 

Sin proponérselo, se ha convertido en un personaje querido y popular de nuestro barrio, siendo muy apreciado por su buen carácter, honestidad y alegría, tanto por los jóvenes como por los abueletes. 

En esta época, supera con extraordinaria madurez y alegría las aparentes contradicciones que se plantean en su vida: su origen acomodado y la elección por los marginados, su condición de Marianista y su compromiso religioso y la lucha por las libertades. Jamás reniega de su origen, mantiene excelentes relaciones con su familia, viviendo en profundidad un presente muy distinto.

Persona inteligente y poseedora de un humor fino e inofensivo, podríamos destacar su honestidad y fidelidad en todos los campos. Ahora, lo que más atrae es su profunda bondad y entrega que le convierte en el líder natural allá donde está.

Termina la carrera en 1975, habiendo escrito en esta época artículos sobre educación, compromiso cristiano, etc.

Habiendo gozado siempre de una salud envidiable, cae repentinamente enfermo y por negarse a dejar sus compromisos, coge una pulmonía que se transformará en meningitis terminando fulminantemente con su vida el 7 de Febrero de 1976. 

A pesar de ser fin de semana y de no ser una muerte anunciada, el entierro en el Cementerio Marianista de Carabanchel se convierte en una impresionante manifestación de duelo.

Resumiendo el pensamiento sencillo de nuestra gente, podríamos decir que se había muerto un buen amigo y un vecino ejemplar. 

Todos sabemos que si Fernando pudiese opinar, se negarla a tener una calle con su nombre. Somos los vecinos de Orcasur, sus amigos, los que, de forma visible, queremos tenerle entre nosotros, porque desde aquel 7 de Febrero sabernos que "se ha ido el mejor de nosotros".

Orcasur 12 de marzo de 1984 




En el año 2002 se rehabilitó el local parroquial-centro juvenil de la calle Campotejar. La iniciativa era de los compañeros de Fernando Ortiz. Ahora animando Luis María López Aranguren desde la Fundación Tomillo ponían de nuevo el local a la disposición de los jóvenes del barrio. 

Este local se le puso el nombre de FERNANDO ORTIZ
 
Así lo explicaba Luis Ruiz del Árbol en un artículo en una revista Marianista



Esta foto es muy entrañable. Son las obras de rehabilitación del local "Fernando Ortiz". El padre Rafael allí en medio animando y apoyando las iniciativas.